Gázi Kászim pasa dzsámija (Mezquita de Paşa Gázi Kászim)

Gázi Kászim pasa dzsámija (Mezquita de Paşa Gázi Kászim)
Descubre la Mezquita de Gázi Kászim en Pécs: joya otomana convertida en iglesia, historia viva en Széchenyi tér. Arquitectura única, visitas, misas y cultura que fusionan Hungría, Islam y Cristianismo.

La mezquita de Gázi Kászim pasa late en el corazón de Pécs, testigo persistente del torbellino de pueblos, creencias y culturas que han convertido a esta ciudad del sur de Hungría en un cruce de caminos durante siglos. La bulliciosa plaza central—Széchenyi tér para los locales—ya sería notable por sí sola con su desfile de fachadas barrocas elegantes, doradas por el tiempo y llenas de carácter. Pero es la silueta abovedada de esta mezquita del siglo XVI la que eleva la escena a otro nivel. Al pasear cerca, se siente un cosquilleo de historia en el aire: hoy es raro ver huellas tan visibles del pasado otomano fuera de Turquía, y aquí la memoria es central, inconfundible y palpable.

Construida entre 1543 y 1546 por Pasha Qasim el Victorioso—uno de los gobernadores otomanos más poderosos en Hungría—la mezquita se levantó sobre los restos de una iglesia cristiana medieval. Pensada para reflejar la grandeza y la ambición del Imperio Otomano en su cénit europeo, su enorme cúpula y los gruesos muros de piedra color miel evocan la época en que Pécs se transformó bajo el dominio otomano. Cuesta no sentir asombro al recorrer su interior luminoso y sus arcos: en cada piedra se entretejen capas de fe e identidad. Verás inscripciones caligráficas en árabe y un mihrab que aún apunta a La Meca, justo al lado de una cruz y un altar que delatan su vida posterior como iglesia cristiana. El conjunto no es un collage, sino un palimpsesto fascinante: un edificio cuya historia literalmente se despliega a cada paso.

Lo que hace aún más cautivadora a esta mezquita convertida en iglesia es su condición de edificio vivo—nunca congelado en “pura historia”. Tras la expulsión de los otomanos a finales del siglo XVII (algunas crónicas sitúan ese momento en 1686), los antiguos espacios de culto musulmán de la ciudad no desaparecieron sin más. La mezquita de Gázi Kászim fue consagrada como iglesia católica romana, testimonio de la mezcla—y a veces pugna—de culturas en las fronteras movedizas de Europa Central. Hoy sigue acogiendo misas, y si tienes la suerte de entrar durante un servicio, los ecos del canto llano bajo esas cúpulas otomanas te acompañarán mucho después de salir.

Pero no todo es religión e historia: este es un lugar para deambular, absorber en silencio y dejarse sorprender por pequeños detalles. La mezquita es uno de los monumentos otomanos mejor conservados de Hungría, y su arquitectura única se disfruta por dentro y por fuera. Acércate a la base del antiguo minarete—la esbelta torre desapareció hace tiempo, pero su cimiento permanece, recordando el propósito original del edificio. Dentro, la luz atraviesa perezosa los vidrios de colores y danza sobre los muros delicadamente decorados, iluminando antiguas inscripciones islámicas, mientras frescos y estatuas de siglos posteriores invitan a mirar de cerca. Con buen timing, quizá enganches una visita guiada local, donde historiadores pacientes desentrañan los secretos de la gran cúpula y el sentido de las geometrías otomanas.

Curiosamente, la tozuda supervivencia del edificio no lo ha vuelto rancio. En un mundo donde a veces los templos parecen museos, la mezquita de Gázi Kászim pasa vibra con la vida diaria: bodas que desbordan hacia Széchenyi tér, estudiantes que cruzan rumbo a la uni, y mayores que se reúnen en los bancos cercanos para conversar largo y tendido bajo el sol de verano. Es un espacio de encuentro, no solo de memoria: puede que te topes con algún diálogo interreligioso o un concierto local resonando entre esas piedras antiguas.

Para quienes siguen los relatos de Europa Central, o para viajeras y viajeros que buscan un lugar donde la historia se vuelve presente, esta mezquita-iglesia es un microcosmos de Pécs: diversa, resiliente y llena de contradicciones fascinantes. Si te apetece algo más que una foto, quédate un rato: fíjate en las lápidas y reliquias expuestas, imagina los miles de rezos silenciosos de siglos, y deja que la armonía—y a veces la disonancia—del lugar te cale hondo. Más que una parada en una ruta turística, la mezquita de Gázi Kászim pasa es un capítulo vivo de la historia de Hungría—un destino donde pasado, presente y futuro se mezclan en voz baja.

  • En Pécs, la mezquita de Gázi Kászim Paşa recuerda al pachá otomano que la mandó construir en el siglo XVI; tras la reconquista, se convirtió en iglesia católica.


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