Maár-kastély (Mansión Maár)

Maár-kastély (Mansión Maár)
Mansión Maár, Kercseliget: una casa señorial húngara del siglo XIX, famosa por su arquitectura clasicista, su parque ajardinado y su relevancia cultural e histórica en el condado de Somogy.

El Maár-kastély, en el apacible pueblo de Kercseliget, es ese tesoro histórico escondido que los viajeros veteranos persiguen: encantador, con historia, arropado por la caricia suave de la Hungría rural. Al caminar por sus terrenos, es imposible no sentir ecos del pasado mezclándose con la tranquilidad del presente. En un país salpicado de castillos y mansiones, esta casa destaca no por la pompa, sino por su nostalgia discreta y los ingeniosos relatos grabados en sus paredes.

Viajemos a mediados del siglo XIX. Fue entonces cuando János Maár, un noble con visión y recursos, decidió dejar su huella en las colinas ondulantes del condado de Somogy. Encargó una residencia campestre en 1856 y así nació la Mansión Maár. No se concibió como una fortaleza, sino como un hogar idílico: un retiro de la vida urbana y una celebración de la elegancia. La mansión susurra sus orígenes románticos en salones espaciosos de líneas sobrias, una mezcla amable de neoclasicismo y toques tardo-barrocos. Al pasear por su porche verás enseguida cómo cada ventana enmarca, como un cuadro, los prados ondulados y el antiguo parque.

Con los años, la familia Maár llenó la mansión de ese lujo vivido y confortable que atraía a poetas, artistas y músicos de toda la región. Se convirtió en un discreto salón cultural, resguardado del estrépito de la modernidad, donde no solo se celebraban asuntos familiares, sino también reuniones intelectuales que moldearon la vida de Kercseliget durante generaciones. Incluso cuando las mareas de la historia arrasaron Hungría —una guerra mundial, cambios de régimen, la era comunista y más—, la mansión logró permanecer como refugio de continuidad. Los lugareños recuerdan con cariño cómo sus puertas se abrían en tiempos difíciles, ya fuera para fiestas del pueblo o para ofrecer consuelo en décadas oscuras.

Los jardines del Maár-kastély son una invitación con alma para amantes de la naturaleza y curiosos. Los árboles plantados hace más de 160 años siguen en pie, con ramas cargadas de memoria. El parque de estilo inglés, salpicado de especies raras y senderos somnolientos, pide caminar sin prisa: trae un libro o a un buen amigo, y encontrarás una sombra que parece llevar tiempo esperándote. En primavera y verano, la música suave de los pájaros completa la atmósfera intemporal, mientras que el otoño lo cubre todo con un resplandor dorado digno de un impresionista. Si alguna vez has deseado viajar en el tiempo, esta es tu oportunidad: detente bajo los viejos castaños de Indias y deja volar la imaginación.

En el interior, han sobrevivido fragmentos del diseño original pese a décadas de vaivenes. Busca rastros de frescos del XIX y carpinterías preservadas con mimo: su valor crece con esa historia en retazos. La mansión no es un museo congelado; se ha reinventado una y otra vez, siendo espacio comunitario, escuela, lugar de vacaciones e incluso hospital durante la Segunda Guerra Mundial. Hay algo en su arquitectura que se presta a la adaptación, equilibrando dignidad y calidez. No hace falta ser erudito para intuir que estas paredes han escuchado risas, preocupaciones, debates y esperanza a partes iguales.

Visitar el Maár-kastély no va solo de historia: Kercseliget es un placer de calles tranquilas, caras amables y un paisaje de aldea ajeno a la prisa moderna. Abundan las leyendas locales, especialmente sobre las excentricidades de los Maár; se habla de un jardín secreto de rosas cultivado para una hija que soñaba con ser poeta, y de un cofre misterioso enterrado en el parque. Encuentres o no esos fantasmas del pasado, hay una energía juguetona que recompensa a quien llega con oído dispuesto.

Lo que hace que los visitantes repitan es esa sensación de lugar anclado y vivo a la vez. Puede que vengas por la arquitectura o por el magnetismo de una familia noble, pero te quedarás por los placeres sencillos: un paseo sin rumbo al atardecer, un picnic sobre una hierba pisada por siglos, o un instante de reflexión. No es una casa señorial de grandilocuencia; es una invitación a bajar el ritmo y dejar que historia, paisaje e imaginación se entrelacen en silencio.

En un mundo que a menudo pasa de largo ante la belleza, el Maár-kastély en Kercseliget nos recuerda cómo el tiempo enriquece los lugares que abren sus puertas —algo ajados, sí, pero profundamente acogedores— a nuevas historias. Si eres de quienes valoran la autenticidad por encima del espectáculo, esta mansión serena promete no solo un destino, sino un recuerdo duradero moldeado por la suave insistencia de la historia y la hospitalidad húngara.

  • En la Mansión Maár de Budapeste vivieron el cineasta Miklós Jancsó y la actriz Mari Törőcsik. Allí organizaron tertulias artísticas legendarias durante los años setenta y ochenta.


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