Szirmay-kastély (Mansión Szirmay)

Szirmay-kastély (Mansión Szirmay)
Mansión Szirmay, Erdőbénye: Construida en el siglo XVIII, esta elegante casa señorial barroca luce detalles arquitectónicos históricos y un pintoresco parque en el noreste de Hungría.

El Szirmay-kastély, en el paisaje suavemente ondulado de Erdőbénye, no es simplemente otra casa señorial escondida en la región vinícola de Tokaj: es una reliquia viva con historias entretejidas en cada ladrillo, fresco y marco de ventana. Si eres de esas viajeras que se sienten atraídas por lugares donde los ecos de la historia no solo se conservan, sino que todavía susurran desde las paredes, venir aquí es casi un rito de paso. Arropada por robles centenarios y las viñas ondulantes que han hecho famosa a esta esquina del noreste de Hungría, la mansión es testimonio de una ambición grandiosa, del gusto aristocrático y de la silenciosa resiliencia del tiempo.

La historia de la mansión comienza a principios de 1800, cuando la noble familia Szirmay decidió dejar su huella en el paisaje. Aunque los detalles se difuminan con cada versión, una cosa es segura: la familia se empeñó en fusionar las últimas tendencias con una elegancia perdurable. El resultado es una mezcla armoniosa de barroco tardío y neoclasicismo temprano, un estilo que se siente a la vez señorial y acogedor. Al acercarte a la fachada principal, verás cómo las curvas decorativas, casi juguetonas, del barroco dan paso a las líneas serenas y racionales del neoclásico. En la parte trasera, sicómoros centenarios cobijan un parque amplio, con raíces que se hunden tan hondo en la tierra como el linaje Szirmay lo hizo en la vida social de la región.

Por dentro, la mansión es un laberinto atmosférico de salones luminosos, estucos ornamentales y algún que otro guiño inesperado. Dicen que, en mañanas de niebla, no cuesta imaginar el tenue roce de vestidos de seda o los murmullos de chismorreos decimonónicos deslizándose por los pasillos. Te descubrirás parada frente a chimeneas con repisas elaboradas o bajo los techos altísimos de un salón de baile que, sin duda, fue escenario de intrigas y travesuras. Las paredes parecen conservar no solo la memoria de grandes soirées y risas discretas, sino también los periodos sombríos, como a mediados del siglo XX, cuando la guerra y las convulsiones políticas proyectaron serias sombras sobre la otrora radiante finca.

A pesar del desgaste de décadas —a veces plácidas, a veces turbulentas—, el Szirmay-kastély ha sabido mantener una dignidad serena. Hoy, en lugar de ser el dominio exclusivo de una familia, es un punto de encuentro para quienes tienen la curiosidad de mirar más allá de lo obvio. Los locales lo reconocen como el corazón de varias celebraciones del pueblo, desde festivales de música folclórica hasta exposiciones de arte al aire libre. En el parque, verás grupos de amigos compartiendo una botella de refrescante vino de Tokaj en las tardes de verano, sus risas mezclándose con el canto de los pájaros. Aquí, el diálogo entre pasado y presente no se fuerza: fluye tan naturalmente como la luz del sol sobre la piedra antigua.

Pasea bajo los tilos —muchos plantados por los propios Szirmay— y quizá te nazca bajar el ritmo y simplemente observar. Cada sendero serpentea junto a pequeños hallazgos: bancos de piedra cubiertos de musgo, rincones ocultos donde brotan flores silvestres o los restos de dependencias que insinúan la vida cotidiana del personal de la finca siglos atrás. Cada perspectiva parece encuadrar el pueblo o el campo circundante de una forma nueva, empujándote a adentrarte tanto en el paisaje como en la historia de la casa.

Lo que distingue al Szirmay-kastély de destinos más pulidos es su autenticidad tranquila. La mansión no está solo restaurada; está vivida, en evolución, adaptándose con suavidad al pulso del pueblo. Las guías locales no son meros compendios de datos: a menudo comparten recuerdos personales, historias familiares o anécdotas de infancia que hacen que el paseo cobre vida. No es raro cruzarse con una vecina mayor que recuerda con cariño colarse en los jardines de niña, o asistir a una boda bajo los árboles imponentes.

Igualmente cautivadora es la forma en que la mansión se entrelaza con el encanto más amplio de Erdőbénye. El pueblo, abrazado por viñedos y arropado por las colinas de Zemplén, invita a una exploración sin prisas. Las bodegas, algunas excavadas en toba volcánica, ofrecen catas de Aszú y Furmint capaces de convertir una tarde cualquiera en un recuerdo que se alarga. Aun así, para muchas, es la presencia serena del Szirmay-kastély —pieza central del tapiz cultural del lugar— la que perdura mucho después de la visita.

Así que, si tus rutas por Hungría te llevan más allá de las ciudades, hacia rincones más verdes y sosegados, reserva una tarde para el Szirmay-kastély en Erdőbénye. Deja que la arquitectura, los jardines y el ritmo tranquilo de la vida del pueblo te recuerden hasta qué punto el pasado puede enriquecer el presente, aquí, piedra enredada de vid tras piedra enredada de vid.

  • El castillo Szirmay en Szerencs está ligado a la familia Szirmay, nobles húngaros influyentes. Aquí vivió Antal Szirmay (1739–1812), historiador y cronista, autor de notables descripciones comitatenses.


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