A Budapesti Elektromos Művek székháza (Sede de las Obras Eléctricas de Budapest)

A Budapesti Elektromos Művek székháza (Sede de las Obras Eléctricas de Budapest)
Sede de EMASZ, Distrito XIII de Budapest: imponente edificio modernista de la década de 1910, hito arquitectónico y antigua oficina de la compañía eléctrica, con una fachada ornamentada y gran valor histórico.

El edificio de la Budapesti Elektromos Művek no es de esos que pasas de largo sin mirarlo dos veces, sobre todo si te pica mínimamente la curiosidad por las historias que las ciudades cuentan a través de su arquitectura. En la esquina de Váci út y Victor Hugo utca, este inmueble imponente no grita por atención: la impone con una fuerza serena y un sentido de propósito perdurable. Sede de la compañía eléctrica de Budapest, a un paso del bullicioso corazón de Újlipótváros, funciona como una auténtica central de poder, tanto en lo práctico como en lo estético. Quienes se sienten atraídos por joyas ocultas o por la evolución de la infraestructura urbana quedarán fascinados con su legado en capas.

Da igual si entras o si te quedas un momento frente a su fachada: estarás bajo la sombra de casi un siglo de progreso. Sus orígenes se remontan a 1910, cuando la recién fundada Budapesti Elektromos Művek Rt. (BEM) encargó aquí su sede. El arquitecto, Károly Reichl, es más conocido por edificios públicos pragmáticos que por la ornamentación llamativa. Su propuesta encarnó una época en la que Budapest se modernizaba a toda velocidad, con la electricidad transformando hogares, fábricas y, en consecuencia, el propio ritmo de la ciudad. El diseño de Reichl refleja esa transición: el edificio es sobrio y robusto, meticulosamente trabajado en clave Art Nouveau, con detalles que se revelan poco a poco: motivos estilizados, esquinas suavemente redondeadas y una forja delicada que recuerda un tiempo en el que la utilidad iba de la mano del arte.

Los ecos de aquella era transformadora resuenan en sus escaleras ornamentadas y en sus salas de juntas de techos altos. Imagina el amanecer eléctrico de Budapest: el parpadeo de bombillas incandescentes rasgando las tardes brumosas, tranvías retumbando, ingenieros vigilando nerviosos sus circuitos. Este edificio fue el centro neurálgico de todo aquello. Durante la energía desbocada del siglo XX —dos guerras mundiales, sistemas que nacen y caen, revoluciones tecnológicas y políticas— la sede de la Budapesti Elektromos Művek se mantuvo como símbolo de la resiliencia de la ciudad. Puertas acorazadas y fachadas de piedra pesadas mantuvieron el pulso de Budapest latiendo, incluso cuando el mundo exterior cambiaba de forma imprevisible.

Lo que hoy la distingue para el visitante es la elegancia con la que entrelaza pasado y presente. Sigue siendo una pieza viva del Budapest cotidiano, con oficinas y como base del vasto sistema eléctrico de la capital. A la vez, cruzar su umbral es como accionar un interruptor entre dos mundos. No te pierdas las lámparas originales, colgando como recuerdos iluminados, ni el patio interior inundado de sol, recordatorio de que incluso los espacios más funcionales se concebían para infundir dignidad y orgullo a quienes trabajaban allí. Y luego están las pequeñas sorpresas: mosaicos desvaídos, barandillas de nogal elegantes, y algún que otro guiño arquitectónico pensado solo para deleitar a quien observa con atención.

No es un museo. Y ahí reside parte de su encanto. Como la sede de la Budapesti Elektromos Művek sigue en uso, no encontrarás multitudes avanzando entre cordones de terciopelo. Tendrás que ir durante eventos, visitas guiadas o en los festivales culturales más queridos de la ciudad (como Budapest100, cuando los vecinos recuperan sus tesoros arquitectónicos para un fin de semana de historias y exploración). Puede que te conformes con asomarte entre las pesadas verjas de hierro forjado o pasear su perímetro, leyendo el guion silencioso de ladrillos y ventanas. Incluso desde fuera, se percibe su latido.

Es fácil dejarse deslumbrar por el monumental Parlamento, la fastuosa Ópera o los castillos que coronan las colinas de Buda. Pero hay algo discretamente emocionante en la sede de la Elektromos Művek. En este edificio digno está el relato del Budapest del siglo XX: la tecnología encendiendo el cambio, personas modelando la ciudad con oficio y visión, y la belleza que surge cuando los espacios funcionales se vuelven inesperadamente poéticos. Es un lugar que susurra, pero con firmeza: presta atención; hay más corriente bajo la piel de Budapest de lo que parece.

  • En el Sede de las Obras Eléctricas de Budapest, el arquitecto Virgil Nagy integró detalles art nouveau; dicen que Béla Bartók admiraba sus luminarias modernas cuando visitaba a amigos ingenieros allí.


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