
Annagora Élményfürdő, más conocido como Annagora Aquapark, es un clásico del verano en la ciudad lacustre de Balatonfüred, donde la nostalgia se mezcla con la aventura fresca a orillas del querido lago Balaton, en su costa norte. Inaugurado en 2006, se ha convertido en uno de los puntos de encuentro imprescindibles para amantes del agua de todas las edades: ya seas de tumbarte al sol, una familia lidiando con peques de vacaciones, o alguien que busca esa descarga de adrenalina que solo te da un buen tobogán acuático. ¿El secreto de Annagora? Ese equilibrio relajado entre diversión a tope y la calma del lago, destilado en un día que no vas a olvidar.
El corazón de Annagora Élményfürdő es un recinto amplio y en suave pendiente, muy cerca del paseo de villas que define Balatonfüred. Con sus velas coloridas y terrazas abiertas, el parque grita “verano” desde varias calles antes. Al pasar bajo las ramas frondosas de la entrada, ya asoman las piscinas color aguamarina y, si te paras un segundo, oirás a lo lejos el susurro y los gritos de los toboganes icónicos: esa banda sonora que despierta al niño interior hasta del adulto más serio. Lo que hace a Annagora especialmente acogedor es su capacidad para adaptarse a mil estados de ánimo: remanso de paz para quienes buscan relax, y pura jarana para quienes necesitan acción, todo bajo el sol del destino vacacional favorito de Hungría.
Entre los grandes reclamos hay doce toboganes distintos: algunos altísimos para valientes, otros pensados para esas risas compartidas en plan familiar. Las almas intrépidas pueden lanzarse por el “Kamikaze” o dar vueltas sin fin en el “Anaconda”. Los peques tienen su propio parque acuático de varios niveles con toboganes a su medida para practicar la valentía acuática, mientras, muy cerca, madres y padres descansan en cabañas con sombra o en el césped, estilo picnic, vigilando deditos chapoteando en piscinas poco profundas. También está la legendaria piscina de olas, donde cada hora, como un reloj, una marea recorre el agua turquesa y todo el mundo sube y baja a la vez entre carcajadas. Para las familias, es diversión fácil y para todos: sin protocolos ni complicaciones, solo lanzarse a la alegre algarabía.
Pero Annagora no es solo territorio de bombazos y chillidos infantiles. Si lo tuyo es ir a otro ritmo, el parque te lo pone en bandeja con piscinas termales y una zona wellness amplia. No son un añadido de compromiso para progenitores cansados; son espacios pensados con cariño, llenos de chorros calientes, rincones para remojarse y masajes integrados. En un día de calor, pocas cosas hay más gustosas en Balatonfüred que deslizarse a la sombra fresquita o dejarse llevar por el “río lento” de Annagora, flotando sin rumbo mientras el mundo pasa a ritmo tostado por el sol.
Y, claro, un verano húngaro que se precie no está completo sin su toque gastronómico local. Annagora cumple con varios puestos y terrazas al aire libre donde probar clásicos como el lángos (esa masa frita irresistible con crema agria y queso), perritos rebozados crujientes y helados tan dulces y brillantes como el sol de arriba. Es fácil volver una y otra vez a estos puestos para recargar pilas entre chapuzón y tobogán. En plena temporada, el ambientazo del parque contagia a Annagora de una fiesta compartida, pero nunca agobia gracias al diseño inteligente y la generosidad de zonas verdes donde pillar tu trocito de sombra.
En lo práctico, Annagora está a un paseo (o a dos minutos en coche) del paseo marítimo central de Balatonfüred, así que encaja de maravilla en cualquier plan si te quedas junto al lago. Hay acceso cómodo para carritos y sillas de ruedas, y taquillas para dejar todo lo que no quieras llevar a la piscina. Es también el plan perfecto para romper una ruta más clásica de catas de vino, paseos en bici y orilla del lago, aportando una dosis de emoción o de reposo, según te pida el cuerpo.
Visitar Annagora Élményfürdő es como que te soplen un secreto del verano húngaro: con ecos de los grandes baños de Budapest, pero reinventado para un público más joven y soleado. Ya sea que pases el día chillando por los toboganes o estirada con un libro junto a la piscina, el efecto es el mismo: alegría pura y sin complicaciones. Cuando el calor aprieta, las aguas de Annagora —y el paisaje de Balatonfüred alrededor— regalan un respiro brillante y acuático al que apetece volver una y otra vez.





