Bibliamúzeum (Museo de la Biblia)

Bibliamúzeum (Museo de la Biblia)
Bibliamúzeum, Budapest, Distrito IX: Descubre exposiciones sobre la historia de la Biblia, manuscritos raros, arte sacro y objetos únicos en este museo húngaro dedicado al patrimonio bíblico.

El Bibliamúzeum se esconde en uno de los barrios históricos de Budapest, a un paso del bullicio vivaracho de Rákóczi út. No sale en todas las listas imprescindibles, pero este museo tranquilo te regala un viaje inesperado por la historia, la literatura y la increíble aventura de cómo el “Libro” cambió el rumbo de civilizaciones enteras. Nada más llegar, su fachada acogedora y la entrada bañada por el sol te quitan cualquier idea de museo rancio: es más bien como entrar en un cofrecito de relatos, algunos antiquísimos y otros sorprendentemente modernos.

Dentro, el museo te lleva con suavidad por un relato que entrelaza religión, lengua y cultura. Para un espacio tan íntimo, la colección es muchísimo más amplia de lo que parece. En un momento te quedas embobada con una escritura medieval iluminada, y al siguiente estás siguiendo la pista de la Biblia de Gutenberg, el primer libro producido en masa en Europa, que desató la revolución de la imprenta en el siglo XV. Hay fragmentos de rollos antiquísimos que ponen nerviosa de emoción a cualquiera con alma de arqueóloga, junto a ediciones del siglo XX que se escondieron bajo suelos o se sacaron a escondidas durante guerras, cuando la libertad parecía un lujo. Las vitrinas no huyen de la historia complicada: aquí la Biblia aparece como un libro copiado y cargado a hombros, traducido y retraducido, venerado y a veces prohibido, siempre en el centro de grandes cambios sociales.

Una sala especialmente potente cuenta la historia de la Biblia en húngaro. El museo rinde homenaje a Gáspár Károli, el pastor calvinista que culminó la primera traducción completa al húngaro en 1590. Fascina descubrir cómo su trabajo—minucioso, polémico y, sí, con su puntito político para la época—ayudó a moldear la lengua y la cultura húngaras. Un detalle monísimo: te invitan a hojear facsímiles de su traducción y a comparar pasajes con versiones en otros idiomas, para sentir con las manos esa mezcla de familiaridad y extrañeza del texto sagrado al viajar por tiempos y lenguas. Peques y mayores pueden jugar con pantallas táctiles que demuestran que traducir fue tanto un logro tecnológico como un arte.

El Bibliamúzeum no se queda en la historia lejana. Hay vitrinas y dioramas que explican el papel de la Biblia en la sociedad y la política húngaras contemporáneas—unas veces como puente, otras como motivo de choque. Un pupitre escolar sencillo con un libro de oraciones ajado evoca la vida cotidiana de los niños en tiempos comunistas, mientras que una estantería de Biblias actuales y brillantes te recuerda que el viaje de la Escritura ni mucho menos ha terminado. Cada rincón tiene su relato. Me quedé un buen rato ante una Biblia familiar gastadita, con notas en los márgenes que parecen un diario vivo de generaciones: sus miedos, sus deseos, sus alegrías.

De lo más memorable es la sección sobre la influencia de la Biblia en el arte y la literatura, en Hungría y más allá. Verás pinturas, grabados y hasta rarísimos fragmentos de cine. ¿Sabías que, ya a caballo del siglo XX, cineastas húngaros adaptaron historias bíblicas intentando unir lo sagrado con la vanguardia? Te guste la música clásica, la historia política o el diseño gráfico, siempre hay un hilo inesperado listo para sorprenderte.

El museo casi nunca está lleno, así que puedes pasear a tu ritmo, pensar en calma o charlar bajito con el personal, que es encantador y apasionado. Les tiras de la lengua—pídeles el libro más raro o la traducción más curiosa—y te sueltan historias que viajan desde la Reforma hasta los campos de refugiados. Antes de irte, date una vuelta por la tiendecita: detalles con temática de libros, bonitos y útiles, que no se quedarán criando polvo en tu estantería.

Reservar un ratito para el Bibliamúzeum no va de tachar una casilla turística, sino de zambullirte en una porción de historia que sigue resonando hoy. Saldrás con la sensación de que las palabras pueden torcer destinos y, quizá, después de tanto rollo, tinta y anotaciones al margen, con un cariño renovado por el poder de las historias.

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