ELTE Bölcsészkar (Facultad de Humanidades, Universidad Eötvös Loránd)

ELTE Bölcsészkar (Facultad de Humanidades, Universidad Eötvös Loránd)
Facultad de Humanidades de la Universidad Eötvös Loránd: institución líder en el distrito 8 de Budapest, con una amplia oferta de programas en humanidades, arquitectura histórica y una comunidad estudiantil vibrante.

ELTE Bölcsészkar, o la Facultad de Humanidades de la Universidad Eötvös Loránd, es uno de esos tesoros a la vista en Budapest que es fácil pasar de largo mientras persigues cafés míticos o ruinas con encanto. Y, sin embargo, es un mundo de historias envuelto en edificios señoriales a lo largo de Múzeum körút, justo enfrente de las columnas imponentes del Museo Nacional de Hungría. Si entras en los dominios de ELTE Bölcsészkar, pisas los adoquines por los que, desde hace casi dos siglos, han pasado la élite académica, rebeldes creativos y lingüistas excéntricos.

Retrocediendo, las raíces de esta facultad se enredan con el corazón mismo de la educación húngara: la universidad se fundó en 1635 de la mano del influyente arzobispo Péter Pázmány, mientras que la facultad de humanidades fue tomando forma a lo largo de los años siguientes. Tras la Ilustración del siglo XVIII, y especialmente con la ola de reformas del siglo XIX en Hungría, la institución se convirtió en una especie de laboratorio intelectual en ebullición. Si te interesa aunque sea un poco la historia húngara o centroeuropea, seguir los pasos de escritores como Sándor Petőfi (sí, el poeta revolucionario) o de futuros primeros ministros que cabeceaban en clase de filosofía pone la piel de gallina. No es que el alumnado actual se duerma jamás, por supuesto.

El campus de la Bölcsészkar es un patchwork arquitectónico que ocupa varios edificios monumentales. El más icónico es probablemente el Edificio Principal de la BTK, un bloque elegante de finales del siglo XIX con escalinatas pulidas por el ir y venir estudiantil y ventanales que vigilan el ajetreo constante de Múzeum körút. Recorre el pasillo vibrante, donde aún parecen resonar debates improvisados en latín, levanta la vista hacia los motivos intrincados del aula magna y, de repente, estás en un mundo donde el clasicismo y el realismo conviven desde siempre. Se siente vivo, nada de museo, sobre todo cuando los pasillos se llenan de protestas, tertulias encendidas sobre Dostoievski o la música de un piano desparejado que se cuela por una puerta abierta.

La vida social en ELTE Bölcsészkar merece mención aparte. Flota un espíritu bohemio peculiar, quizás eco del papel clave de la universidad en las convulsiones políticas de 1956, cuando el estudiantado encabezó manifestaciones desde este mismo lugar. Tradición y rebeldía conviven sorprendentemente bien: verás carteles de una lectura de poesía medieval húngara a un paso de grafitis que reivindican el multilingüismo y la libertad académica. Como una de las facultades más multilingües de Europa, aquí zumban decenas de idiomas, del finés al sánscrito. Estudiantes y profes no temen traer debates contemporáneos a las mismas aulas donde los primeros lingüistas húngaros se rompían la cabeza con consonantes huérfanas mucho antes de que existiera el Wi‑Fi.

Como visitante, hay mil maneras de empaparte del ambiente, aunque no estés detrás de un título en Estudios Medievales. El patio suele acoger eventos al aire libre, desde ferias de lenguas hasta conciertos efímeros. El campus es abierto y accesible; encontrarás la librería de la universidad, con estanterías que crujen de literatura húngara e internacional, superventas de filosofía y publicaciones que cuesta ver fuera de estos muros académicos. Y, claro, los jardines interiores, frondosos, son el sitio perfecto para sentarte en paz mientras los coches rugen por Budapest ahí fuera, sin imaginar que, al otro lado del muro, alguien está traduciendo a Homero o debatiendo los matices de la ironía kafkiana.

Al final, visitar ELTE Bölcsészkar te asoma al corazón palpitante de Budapest más allá de sus monumentos y sus bares. Es un lugar donde la historia no está tras un cristal: se escribe en los grafitis, se susurra en los pasillos y la viven a diario algunas de las mentes más brillantes de la ciudad. Aunque solo te pasees, veas a estudiantes entrando con prisa a clase o te pares a admirar la arquitectura, te irás sintiendo, por un momento, conectada de cerca con siglos de inquietud intelectual húngara.

  • En la Facultad de Humanidades de la ELTE estudió el célebre escritor húngaro Sándor Márai. Décadas después, Imre Kertész, Nobel de Literatura, impartió allí charlas memorables sobre memoria y totalitarismo.


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