
El Fradi Múzeum se esconde dentro del Groupama Aréna, vibrando con historias de atletas legendarios y aficiones entregadas. Si sientes aunque sea un pelín de curiosidad por el alma deportiva de Hungría, este museo es uno de esos rincones poco conocidos que sorprenden por su atmósfera, su encanto y la cantidad de historia que guardan sus paredes. Mientras Budapest presume de palacios grandiosos y plazas revolucionarias, aquí el fútbol —y, en especial, la saga del Ferencvárosi Torna Club (conocido popularmente como Fradi)— encuentra su hogar.
Antes de entrar en la sala principal, ya te envuelve el caleidoscopio verde y blanco —los colores del equipo— y se escucha el eco lejano de cánticos. Ferencvárosi TC se fundó en 1899, así que no es solo un museo de fútbol: es un viaje por más de 120 años de historia húngara. No hace falta ser fan de toda la vida para disfrutar su colección de recuerdos: hay banderines curiosos de principios del siglo XX, montones de botas de cuero gastadas por el uso, trofeos modestos y colosales, y fotografías antiguas en sepia y blanco y negro que te transportan a otra época. Algunas piezas tienen explicaciones en inglés, pero incluso cuando no, el orgullo que desprenden es inconfundible.
Lo que de verdad diferencia al Fradi Múzeum es su toque humano. El museo se detiene en los héroes que elevaron al club—entre ellos Flórián Albert, un delantero icónico que ganó el Balón de Oro en 1967. Verás su Bota de Oro brillando tras el cristal y vídeos con sus goles de mandíbula al suelo repitiéndose en bucle. También hay secciones dedicadas al papel del club en la vida social y política de Hungría, mostrando cómo aficionados y deportistas navegaron décadas turbulentas: guerras, transiciones y victorias deportivas que dieron esperanza y unión al país.
Otro aspecto imperdible es el cruce inesperado entre deporte y cultura. Las paredes están forradas con programas de partidos épicos contra rivales como Újpest y MTK Budapest, y también con los rostros de músicos, actores y figuras públicas que animaron desde la grada. Historias locales —desde lo que se vivía en el viejo estadio de Üllői út hasta anécdotas de hinchas organizando viajes en tren por toda Europa— le ponen pulso a la historia. No es raro ver a visitantes plantados frente a una camiseta firmada o un balón de partido, comparando recuerdos o señalando conexiones familiares entre generaciones.
Si te apuntas a una visita guiada, quizá te cuenten leyendas poco conocidas, como la de las “Águilas Verdes” que conquistaron la Copa Mitropa en 1937, o esas noches inolvidables de competición europea. Los guías suelen ser hinchas del club y contagian entusiasmo; te señalan las historias secretas detrás de una bufanda aparentemente normal o te dibujan cómo era Budapest en aquellos primeros años cuando el club empezaba a alzar el vuelo.
Pero no todo es nostalgia. El Fradi Múzeum también te trae al presente. Hay pantallas interactivas para que los más jóvenes (o los techies) vean los mejores momentos de las últimas temporadas, clips de los equipos femenino y de futsal, e incluso imágenes del detrás de cámaras de celebraciones postpartido. La colección crece constantemente, recopilando los momentos grandes y pequeños que hacen de Fradi una parte tan distintiva del ADN de Budapest.
Al salir, quizá guardes un pequeño recuerdo—un llavero o una bufanda de la tienda—y te sientas un poquito más cerca del verde y blanco de Budapest. Seas una friki de la historia, una fan del deporte o alguien que persigue ese color local auténtico, el Fradi Múzeum es una ventana inesperada al corazón de Hungría. Es discreto, algo peculiar, pero rebosante de historias. Y cuando pongas un pie fuera, con el rugido del estadio todavía resonando en tu cabeza, Budapest se sentirá un poquito más viva.





