lakóház, Ernst Múzeum és filmszínház épülete (Casa residencial, Museo Ernst y edificio del cine)

lakóház, Ernst Múzeum és filmszínház épülete (Casa residencial, Museo Ernst y edificio del cine)
La Casa Residencial, el Museo Ernst y el Edificio del Cine en el Distrito VI de Budapest forman un histórico conjunto arquitectónico que combina cultura, exposiciones artísticas y cine en un espacio emblemático.

Budapest es famosa por muchas cosas: sus baños termales, los ruin bars con ambiente canalla, el esplendor imperial y una escena arquitectónica que siempre sorprende. Entre sus calles fascinantes, escondido en Nagymező utca, a dos pasos del bullicioso Andrassy Avenue, se alza un edificio capaz de contar varias historias a la vez: el lakóház, Ernst Múzeum és filmszínház épülete, o en español, la Casa Residencial, Museo Ernst y Edificio de Cine. No es solo un edificio: es una cápsula del tiempo viva que concentra innovación, arte y vida cotidiana a lo largo de más de un siglo de vaivenes en Budapest.

Los orígenes de este lugar único se remontan a Ernst Lajos, un apasionado coleccionista de arte húngaro y emprendedor con una visión tan audaz como generosa con su ciudad. En 1912, decidido a impulsar el arte húngaro contemporáneo al margen de las instituciones estatales, encargó al arquitecto Rimanóczy Gyula el diseño de un edificio multifuncional que albergara no solo un museo activo, sino también viviendas y, poco después, un cine: el cruce perfecto entre la vida urbana, la alta cultura y el entretenimiento. La fachada te atrapa al instante con su mezcla ecléctica: motivos secesionistas (el Art Nouveau húngaro), adornos juguetones y ventanales expresivos que delatan el espíritu creativo que el edificio sigue cultivando.

Al entrar, sientes que te sumerges en un trocito de historia que respira. Lo más llamativo es cómo este edificio armoniza vidas aparentemente opuestas. Hay vecinos que aún viven en los pisos superiores, con rutinas de lunes a viernes, justo encima de espacios que han vibrado con inauguraciones de arte y con el silencio expectante de las salas de cine. Al cruzar el portal de la planta baja, casi puedes imaginar a aquellos visitantes de principios del siglo XX, deseosos por descubrir las novedades que promovían Ernst Lajos y su círculo, una postura radical cuando la cultura húngara buscaba una voz moderna propia.

El Museo Ernst pronto ganó fama por su dedicación a promover artistas húngaros, tanto maestros consolidados como vanguardias emergentes, y su reputación sobrevivió a su fundador, fallecido en 1937. El edificio tuvo que resistir de todo: guerras mundiales, cambios de régimen y modas urbanas caprichosas; aun así, su espíritu de “casa de lo nuevo” se mantuvo firme. Su cine, que abrió solo un año después del museo, en 1913, se convirtió en la primera sala de cine construida ex profeso en Hungría: una idea puntera cuando las “imágenes en movimiento” todavía tenían algo de magia y misterio.

Tanto quienes aman la historia como quienes aman el arte se sienten en casa aquí. Sin postureo y con muchas capas, las paredes interiores parecen guardar susurros de cada preestreno y de cada bocanada contenida del público. El renacer del museo en las últimas décadas hace que, incluso hoy, encuentres exposiciones que van desde performance contemporáneo hasta retrospectivas de pintores húngaros icónicos. Durante la era comunista, el uso del edificio fue cambiando: partes se nacionalizaron, variaron las exposiciones, el cine albergó nuevos géneros… pero el pulso creativo nunca se apagó. Es un tributo a la visión de Ernst Lajos y a la resiliencia de la escena artística de Budapest.

Afuera, fíjate en los pequeños relieves intrincados y en los lemas estilizados originales, como si fueran grafitis de otra época. Son detalles fáciles de pasar por alto que recuerdan que esto nunca fue solo un museo o un cine, sino un lugar pensado para borrar las fronteras entre lo doméstico y lo atrevido. No hace falta ser experto en arquitectura para disfrutar la mezcla de motivos geométricos y florales, el vestíbulo amplio y luminoso, o incluso un café en la cafetería, que sigue funcionando como un pequeño salón para artistas, locales y viajeros curiosos.

En una ciudad famosa por palacios grandiosos y salones históricos, el lakóház, Ernst Múzeum és filmszínház épülete destaca por algo distinto: es un rincón dinámico, experimental y vivido de Budapest, donde el pasado siempre parece un poco inacabado y el futuro te espera en la siguiente exposición. Si disfrutas de los espacios con historias —no solo de fachadas bonitas—, este edificio no te pedirá solo que mires, sino que imagines y recuerdes.

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