Mária Valéria híd (Puente Mária Valéria)

Mária Valéria híd (Puente Mária Valéria)
Puente Mária Valéria, Esztergom: histórico puente de arco que une Hungría y Eslovaquia sobre el río Danubio, reconstruido en 2001, con vistas panorámicas y acceso transfronterizo.

El puente Mária Valéria no es solo un cruce: es una historia. Se arquea con una elegancia discreta sobre la cinta azul serpenteante del río Danubio y une físicamente las ciudades gemelas de Esztergom, en Hungría, y Štúrovo, en Eslovaquia. Aquí no estás simplemente en el borde de un país: estás en ese lugar sutil donde las culturas, las historias y los idiomas se funden. ¿La mejor forma de vivirlo? Súbete al puente a pie, deja que el viento fresco del río te revuelva el pelo, mira las agujas de las iglesias elevándose en ambas orillas y recuerda que literalmente estás caminando de una nación a otra.

El puente en sí tiene un pasado casi épico. Sus raíces se hunden a finales del siglo XIX: el Mária Valéria se inauguró oficialmente en 1895, una proeza de ingeniería que fue la primera conexión permanente entre estas dos localidades. Diseñado por János Feketeházy, recibió su nombre en honor a la archiduquesa Marie Valerie, la hija favorita de la emperatriz Elisabeth (“Sisi”) y del emperador Francisco José de Austria, de ahí ese nombre con eco regio tan distintivo. Sus cinco arcos se extendían con gracia sobre el Danubio, invitando a décadas de cruces ininterrumpidos… hasta que llegaron los problemas.

Como tantos hitos de Europa Central, el siglo XX dejó huella pesada. Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, las tropas alemanas en retirada dinamitaron toda la estructura en 1944, y de repente las conexiones entre Esztergom y Štúrovo desaparecieron. Imagínate cómo se sintió a ambos lados: lazos familiares cortados de golpe, mercados aislados, rutinas patas arriba. Durante décadas, solo quedaron pilares oxidados como recordatorio de lo que fue, y el río —antes una frontera acuática— se volvió un límite duro e implacable. No fue hasta 2001 cuando el Mária Valéria volvió a alzarse del silencio. Gracias a esfuerzos transfronterizos, el puente se reconstruyó con mimo, devolviendo a las dos ciudades su latido compartido y permitiendo que visitantes como tú paseen, pedaleen o simplemente contemplen el atardecer desde su perspectiva majestuosa.

No hace falta ser fan de la arquitectura para apreciar su ligereza. La celosía de acero se siente abierta y acogedora, con panorámicas soberbias a lo largo del Danubio. Además, las dos entradas al puente prometen un buen puñado de cosas por descubrir. En el lado húngaro, la antigua Esztergom te llama con su basílica descomunal, la iglesia más grande de Hungría, encaramada en la Colina del Castillo como una guardiana vigilante. A un paso del puente, encontrarás callejuelas medievales entre casas pastel, cafés ribereños con cerveza fresca y especialidades locales, y paseos arbolados por doquier, todo bajo la mirada de esa cúpula impresionante. En el lado eslovaco, la animada Štúrovo tiene su propio sabor, con mercados al aire libre bulliciosos, gente amable y alguna que otra estatua en la esquina con historias que contar. Cruzar el puente te regala esa sensación eufórica de moverte sin esfuerzo entre idiomas y culturas —por no hablar del simple subidón de tener un pie en Hungría y el otro en Eslovaquia al mismo tiempo.

Si vas a última hora de la tarde, no te extrañe ver a los locales paseando con calma o en bici, parejas parándose a hacerse un selfie con el Danubio arremolinándose abajo, o quizá un músico que se planta en medio del puente para dejar que su melodía flote sobre fronteras nacionales. La experiencia tiene algo de intemporal. Intenta ir en primavera u otoño, cuando el follaje dorado o esmeralda enciende las colinas y el río atrapa la luz en todos los tonos posibles de azul y verde. Hay una sensación de conexión silenciosa aquí —entre pasado y presente, ciudad y pueblo, Hungría y Eslovaquia— que cruza algo más que un río.

En cierto modo, el Mária Valéria es mucho más que un paso fluvial bellamente restaurado. Es un símbolo vivo de resiliencia y amistad, que salva no solo agua y líneas nacionales sino también el peso de la historia. Dedicarle una hora pausada, seas una friki de la historia, una paseante sin prisas o una familia en excursión, es la mejor manera de dejar que las historias de la región calen hondo. No es de extrañar que el puente se sienta como el latido discreto de este rincón de Europa.

  • El Puente María Valeria, entre Esztergom y Štúrovo, fue destruido en 1944 por los nazis. Lo reabrieron en 2001 gracias a fondos de la UE; el presidente húngaro Ferenc Mádl asistió.


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