Szépművészeti Múzeum (Museo de Bellas Artes)

Szépművészeti Múzeum (Museo de Bellas Artes)
Obras maestras del Renacimiento y el Barroco, antigüedades egipcias y esculturas clásicas te esperan en el Szépművészeti Múzeum, el célebre Museo de Bellas Artes de Budapest, en la Plaza de los Héroes.

El Szépművészeti Múzeum, o Museo de Bellas Artes, no es simplemente otra parada en tu maratón de museos: es un precioso (y muy húngaro) juego de contrastes en el corazón de Budapest, a la vez testimonio de ambición nacional y escaparate deslumbrante de la historia del arte internacional. Antes de cruzar la puerta, su imponente fachada neoclásica domina la Plaza de los Héroes, toda columnas y solemnidad, un prólogo perfecto a los tesoros que te esperan dentro. El edificio, terminado en 1906, es tanto hogar de siglos de arte como hito histórico en sí mismo.

Por dentro sorprende lo cercano que se siente, pese a custodiar más de 100.000 obras. Vas saltando de reliquias del antiguo Egipto a lienzos luminosos de El Greco, Goya o Rafael. La colección de maestros antiguos es legendaria: retratos holandeses del XVII con esa luz suave e increíblemente real, y una pintura renacentista italiana que parece irradiar una edad dorada desde las paredes. Si te tira la escultura, hay una sección entera dedicada a ella, desde bustos romanos clásicos hasta formas barrocas sinuosas. Y aun con tanta variedad, el museo no abruma: la luz natural entra a raudales por ventanales gigantes, suaviza la majestuosidad y baña las salas con una calidez acogedora.

Una de las cosas que hacen inolvidable al Szépművészeti Múzeum es su espíritu de curiosidad genuina. Te cruzas con grupos escolares dibujando en la Sala Románica, un espacio alucinante que parece de verdad una basílica medieval, inspirada con mimo en la abadía benedictina de Ják, en el oeste de Hungría. Es facilísimo perder la frontera entre pasado y presente: un minuto estás ante un sarcófago egipcio con jeroglíficos nítidos y al siguiente frente a una ciudad vibrante de Monet. Cada sala te invita a descubrir por tu cuenta; no hay zonas encorsetadas, solo caminos abiertos que te llevan de época en época.

Chisme cultural con un toque de drama: en 2018, tras años de restauración meticulosa, el museo reabrió más luminoso y precioso que nunca. No se limitaron a desempolvar el pasado; los comisarios reordenaron colecciones, sacaron joyas raras de los almacenes y crearon diálogos nuevos entre obras. ¿El resultado? Puedes encontrarte un grabado de Durero frente a un lienzo sorprendentemente moderno, o quedarte a solas en una salita con una única pintura de Giorgione.

Si solo tienes un día en Budapest, merece la pena escaparte al Szépművészeti Múzeum aunque sea para empaparte de su atmósfera. Con un poco de suerte, pillarás un momento de calma en una galería de techos altos, dejarás que tus ojos se acostumbren a los colores antiguos y viajarás siglos sin salir de la ciudad. Hasta el aire parece cargado de posibilidades: quizá tropieces con una charla improvisada o con una restauradora en plena faena, revelando las historias invisibles bajo los pinceles. Más que una colección, el museo es un organismo vivo que demuestra cómo el arte no solo moldea nuestra mirada, sino también quiénes somos.

  • Picasso visitó el Szépművészeti Múzeum en 1906, fascinado por su colección de arte clásico; décadas después, el museo albergó una gran retrospectiva suya en 2016, atrayendo multitudes húngaras.


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