La Liszt Ferenc Zeneművészeti Egyetem, o Academia de Música Liszt Ferenc, no es solo una universidad: es una cápsula del tiempo viva de la tradición musical húngara, plantada en pleno corazón de Budapest. Si pasas por la ciudad, aunque el Danubio y los baños termales te tienten, hazte un hueco de unas horas para pasear por esta institución magnífica. Aunque no distingas a Bartók de Kodály, da igual. La Academia es un festín para la vista y el oído—sin necesidad de oído perfecto.
Abrió sus puertas en 1875 y, desde entonces, moldea el alma cultural de Hungría. Y ojo: no fue una escuela cualquiera. La fundó el mismísimo virtuoso Franz Liszt (o Ferenc Liszt, para los locales). Imagina el estruendo de los aplausos y el remolino de melodías de piano recorriendo sus pasillos cuando él marcaba el rumbo. Nació para profesionalizar y elevar la enseñanza musical del país, y esa historia se siente en cada rincón: desde sus escalinatas ornamentadas hasta sus brillantes salas de conciertos.
Arquitectónicamente, es un espectáculo. Diseñada por Károly Komor y Dezső Jakab y terminada en 1907, la Academia es un matrimonio exquisito entre el desparpajo del Art Nouveau y el optimismo de principios del siglo XX. Prepárate para alucinar con techos de vidrieras, mosaicos y detalles dorados que ondulan por paredes y puertas. No olvides mirar hacia arriba: la sala principal luce una cúpula luminosa impresionante, además de un órgano majestuoso y luminarias de ensueño que pondrían celoso a cualquier palacio. Incluso si llevas a alguien poco melómano, la belleza del edificio le dejará con la boca abierta—los selfies aquí brillan más.
Pero quizá lo más impactante es la energía viva que recorre la Academia. No es una reliquia en conserva, sino un hervidero creativo donde se forja la próxima generación de artistas. Los estudiantes van y vienen entre ensayos, llenando los pasillos de violines, pianos y trinos operísticos (con suerte, te cruzas con una futura estrella practicando una sonata en un aula). Si organizas la visita, suelen ofrecer conciertos de estudiantes a buen precio y actuaciones de grandes nombres que vienen a rendir homenaje a la herencia musical de la ciudad. Aquí todo se siente cercano: no hace falta etiqueta para disfrutar del genio sobre el escenario.
El museo de la Academia es una joyita tranquila. Encontrarás pianos de Liszt, partituras con sus anotaciones y retratos que insinúan el drama y la pasión detrás de la música. Las salas cuentan la evolución de la educación musical en Hungría y la vida de sus alumnxs ilustres: Béla Bartók y Zoltán Kodály estudiaron y luego enseñaron aquí, marcando el pensamiento musical europeo del siglo XX.
Así que, seas fan de los conciertos, amante de la arquitectura o viajera curiosa, la Liszt Ferenc Zeneművészeti Egyetem ofrece una experiencia cultural total. Pasear por sus pasillos sagrados te coloca en la intersección entre historia, belleza y creatividad. Además, estás a dos pasos de los cafés del centro de Budapest—perfectos para digerir lo vivido y, con un poco de suerte, salir tarareando un par de compases de Liszt.
