El Magyar Mesemúzeum se esconde en pleno corazón de Budapest, a un paseíto del distrito del Castillo de Buda. No es el típico museo serio ni una hilera de vitrinas polvorientas. Es un espacio vivo, un parque interactivo levantado sobre los relatos eternos que han marcado la infancia húngara. Hay algo magnético en el ambiente: quizá sean los murales coloridos que visten las paredes o esas instalaciones juguetonas que te prometen un cuento en cada esquina. El aire vibra con esa sensación de que todo puede pasar, como en los mejores cuentos de hadas.
Los cuentos húngaros no son solo historias para antes de dormir: están cosidos a la identidad del país. Cruzar las puertas del Magyar Mesemúzeum es entrar en un universo imaginativo repleto de héroes valientes, pícaros ingeniosos, reyes antiguos y animales sabios. Y ojo, que aquí no solo mandan los peques: los adultos también están invitados a reencontrarse con las historias que quizá dejaron atrás. El museo te anima a tocar, jugar y, sobre todo, participar. No te quedas mirando: te vuelves parte del cuento. Puedes disfrazarte de personajes legendarios, resolver acertijos escondidos en las salas o inventar tus propias historias en talleres creativos. Este lugar deja a un lado el protocolo solemne para abrazar la risa y la creatividad.
Pasea por las salas, cada una dedicada a relatos populares icónicos recopilados y difundidos por grandes narradores húngaros como Benedek Elek, conocido como el “Abuelo de los Cuentos Húngaros”. Nacido en 1859, su pasión por recopilar y contar historias salvó un tesoro para las generaciones futuras. En el museo encontrarás guiños constantes a su legado: rincones de lectura acogedores con sus libros y exposiciones interactivas inspiradas en sus relatos. Todo respira un encanto íntimo y a la vez grandioso. Con un poco de imaginación, parece que las paredes susurran secretos de otros tiempos.
Si nunca has probado los cuentos populares húngaros, prepárate para sorpresas deliciosas. Estos relatos son un festival: brujas que cambian de forma, animales parlantes y niños valientes que siempre encuentran salida, con ingenio y un pellizco de magia. Las salas combinan lo antiguo y lo contemporáneo: pantallas interactivas junto a teatrillos de títeres y alfombras de historias. En vez de escuchar un cuento, lo vives. Incluso hay un espacio de “terapia del cuento”, donde peques y mayores exploran el poder sanador de las narraciones, retomado por cuentacuentos contemporáneos y educadores del museo.
El museo celebra tanto las historias como el idioma y la cultura húngara. Quienes aman las palabras notarán el mimo por las expresiones antiguas, los motivos folclóricos y los elementos musicales que han sobrevivido a los siglos. Para visitantes internacionales, tranquilidad: hay materiales en inglés y muchas instalaciones se entienden jugando, más allá de cada palabra. Esa universalidad hace que el Magyar Mesemúzeum sea tan accesible para quien llega por primera vez a Budapest como para los locales nostálgicos que crecieron soñando con faunos y reinas de las hadas.
En una ciudad repleta de arquitectura monumental y huellas de la historia, una visita al Magyar Mesemúzeum recuerda el poder persistente de la imaginación. Vengas sola, en plan exploradora, o con una tropa de peques curiosos, el museo te invita a perderte entre dragones, príncipes sabios y bosques secretos. Este oasis de fantasía demuestra que, incluso en la ciudad más adulta, siempre queda sitio para un poquito de magia de cuento.
